Descripción del video
El video muestra a Juan Pablo Rodríguez Pérez, de 39 años, y paciente de cáncer gástrico, en distintos espacios de su casa. La edición intercala planos cerrados de su rostro, tomas de sus manos y, en momentos puntuales, imágenes de apoyo que ilustran su proceso de vida: caminando, conviviendo con sus mascotas, haciendo ejercicio y compartiendo tiempo con su familia.

Transcripción
Soy Juan Pablo Rodríguez Pérez y tengo 39 años. Cuando a mí me diagnosticaron, la realidad es que fue una noticia muy complicada. Pensé que eso era para personas adultas, de la tercera edad, o que era muy lejano a mí porque no me encontraba en una familia con antecedentes.

Mi vida antes era sedentaria. Me dedicaba únicamente a trabajar. No cuidaba mi alimentación, no hacía ejercicio, salía con mis amigos, tomaba y fumaba.

En mi caso, muchos años viví con inflamación, gastritis y colitis. Era común que me dijeran “ve al doctor” o “tómate cierto medicamento”. Muchos de mis familiares tienen temas estomacales; creo que es un común denominador. No soy quien ni tengo la preparación adecuada, pero sí encuentro una relación muy directa entre los problemas digestivos y el cáncer gástrico.

Hubo una época en la que subí mucho de peso y mis hábitos y mi alimentación no habían cambiado. A principios del 2024 estaba más preocupado por un tema de diabetes que por un tema de cáncer. Dije: “Creo que voy a empezar a hacer ejercicio”. Ahí empezaban ciertas llamadas de atención.

En algún punto sentí que empecé a bajar de peso. Me veía pálido, como anémico. Con el tiempo, noté algo muy evidente: empecé a evacuar con un color muy oscuro. Lo asocié con deshidratación. Fui al laboratorio y lo primero que vi fue que todos mis estudios estaban completamente alterados. En el momento en que fui diagnosticado dije: “Esto no me va a ganar”. Me puse manos a la obra y empecé a buscar distintas opiniones, asesorías, conocer personas que hayan pasado por lo mismo, qué hicieron y cómo lo hicieron.

Hoy hago una cantidad de cosas por las cuales me siento orgulloso. A partir de mi tratamiento, cuido mi alimentación. Perdí cerca de 30 kilos, pero me di cuenta de que el ejercicio era lo único que me sostenía con vitalidad. Hoy hago ejercicio tres veces por semana y he aprendido a escuchar a mi cuerpo. La medicación, el estar con mis mascotas y encontrar momentos de paz han sido fundamentales.

También experimenté el acercarme y permitirme recibir ayuda de todas las personas que me querían apoyar. Abrir los brazos, sentirme frágil en algún momento y permitir que los demás se acercaran. A través de esas experiencias hoy conozco con mayor amor a mi familia: mi esposa, mis hijos, mi madre, mi hermana. Créame que me han ayudado bastante.

Creo que debe haber, indudablemente, un equipo multidisciplinario desde el día uno. De verdad, médicos: los invito a acompañar a sus pacientes en un equipo multidisciplinario.

Te puedes dormir con miedo, te puedes despertar con miedo, pero lo que debe prevalecer en tu día a día es saber que lo puedes lograr y que lo vas a lograr. Habemos muchas personas que te vamos a apoyar. Déjate apoyar, déjate amar, ten fe, confía y agárrate de donde te tengas que agarrar. Sigue adelante.

Y para todas aquellas personas que se dedican a la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos para personas con cáncer, no me resta más que agradecerles y aplaudirles la labor que hacen, porque sin duda brindan más oportunidades y esperanza de vida para todos aquellos que están en una situación como esta.

Cortinilla al final del video
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